Y...¿POR QUÉ?

Escuchar mil y una veces por día la frase “Y... ¿Por qué?”, que a veces viene en una media lengua muy graciosa y simpática, puede resultar un poquitín agotador. Sin embargo, hay que armarse de paciencia ya que, como ahora vereís, se trata de una etapa necesaria del crecimiento.

Aproximadamente entre los 2 y los 4 años se desarrolla en los niños una etapa muy importante: la edad de los “por qué”. En este período los niños comienzan a conocer el mundo a través de la comunicación con el adulto utilizando como principal herramienta el lenguaje.

De ese modo, exploran dos cosas a la vez: por un lado, la funcionalidad del lenguaje, que están construyendo, enriqueciendo y perfeccionando, y, por otro, las características del mundo que les rodea gracias a la información que les brindan las respuestas obtenidas.
Este período, que es variable en cada niño debido a sus características propias, tiene que ver con el desarrollo del pensamiento siendo una señal de que los niños están creciendo normalmente y desarrollando su inteligencia.

La curiosidad natural, que manifestaban en un principio mirando, llevándose objetos a la boca y manipulándolos, llega al terreno verbal: el niño organiza su mundo y busca comprenderlo y ordenarlo a través de preguntas con las que, además, obtiene algo que para él significa mucho: la atención de sus papis.

El hecho de devolver la pregunta es una buena técnica para los niños muy “preguntones” ya que contestar la pregunta del niño con otra pregunta como por ejemplo, “¿tu por qué crees que es así?”, puede obligarlos a pensar, a plantear sus hipótesis y a animarse a no esperar que siempre las respuestas provengan de fuera sin tener que trabajar un poquito para obtenerlas.

Siempre hay que tener presente que estas preguntas forman parte de un desarrollo normal y que la curiosidad es un gran valor y no un problema: es una cualidad muy preciada que va a significar mucho en sus posibilidades de aprendizaje tanto cuando llegue la hora de ir a la escuela como a lo largo de toda su vida.