Hace unos días, los mayores nos convertimos en pequeños jardineros.
Primero pusimos algodón en los vasitos y echamos con mucho cuidado las lentejas. Después, con una botella, las regamos y las tapamos. Creíamos que no iban a crecer pero... ¡qué sorpresa! Habían pasado dos días cuando empezaron a salir unas hojillas. Las seguimos regando día tras día hasta que se hicieron grandes y nos las llevamos a casa para enseñarlas a los papas y a las mamas.
¡Qué bien lo pasamos!
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